¿Pueden las tormentas solares causar terremotos?
j. de j. @judithdj / madrid
Día 14/04/2013 - 00.57h/Tomado de ABC.ES
Una investigación desbarata la creencia
de que las llamaradas solares potentes o las eyecciones de partículas
están relacionadas con fuertes temblores en la Tierra como el de Japón
de 2011
NASA
El Sol produce una llamarada, en una imagen reciente
Quizás algún lector crea que la
investigación realizada por científicos del Servicio Geológico de los
Estados Unidos (USGS) roza lo absurdo, pero la sospecha de que una
fuerte actividad solar pueda ser causante de que la Tierra se estremezca
ha sido defendida por algunos investigadores y está bastante extendida.
Lo suficiente como para que alguien se haya interesado en intentar
esclarecer el asunto. Y la respuesta es que parece que no, ni las
llamaradas solares por muy grandiosas y espectaculares que sean ni las
eyecciones de masa coronal (las partículas ardientes lanzadas al espacio
por el Astro rey) pueden provocar que la superficie del planeta se eche
a temblar. Decimos «parece» porque los autores reconocen que el
resultado de sus indagaciones no es concluyente. No han encontrado una
conexión, pero tampoco pueden poner la mano en el fuego por que esta no
exista.
Lo que sí existe es la creencia de que
los terremotos pueden activarse o ser más intensos cuando el Sol entra
en una fase de gran actividad. Un estudio publicado por el Space and
Science Research Centre en Florida (EE.UU.) hace tres años encontraba
una fuerte correlación entre la actividad solar y los mayores eventos
sísmicos y volcánicos en la Tierra. Cuando sucedió el devastador seísmo
de Japón el 11 de marzo de 2011, el Sol estaba muy despierto, lo que
suscitó aún más el interés popular por este asunto.
No hay relación
Jeffrey Love, geofísico del USGS, quiso
comprobar por sí mismo si algo así podía ser cierto con la ayuda del
equipo científico Northwest Research Associates y comprobó el estado del
Sol el mismo día que se produjeron distintos terremotos. No encontró un
parámetro que se repitiera. «Hay algunos seísmos como el de Chile de
1960, de magnitud 9,5, en el que había más manchas solares y más
actividad geomagnética de lo que es habitual, pero en el de Alaska de
1964 todo estaba más tranquilo de lo normal», pone como ejemplo Love a
Universe Today. En definitiva, algunos terremotos han coincidido con
momentos de gran actividad solar y otros no, y se han producido grandes
tormentas solares sin que la corteza terrestre se quebrara al mismo
tiempo. Los resultados, publicados en la revista Geophysical Research
Letters no son concluyentes.
«Es natural que los científicos quieran
ver las relaciones entre las cosas», dice Love. «Pero eso no quiere
decir que esa relación exista realmente».
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