Ciencia y fe han sido por lo general consideradas como mundos
paralelos sin punto de contacto entre sí, cuando no como verdades incompatibles
o irreconciliables.
El jesuita español Manuel Carreira reúne en su persona al científico y al sacerdote; es astrofísico (máster en la John Carroll University de Cleveland) y durante 15 años integró la junta directiva del Observatorio Vaticano. Asesoró y colaboró en varios proyectos de la NASA y ha sido profesor en varias universidades de los Estados Unidos y de España.
El jesuita español Manuel Carreira reúne en su persona al científico y al sacerdote; es astrofísico (máster en la John Carroll University de Cleveland) y durante 15 años integró la junta directiva del Observatorio Vaticano. Asesoró y colaboró en varios proyectos de la NASA y ha sido profesor en varias universidades de los Estados Unidos y de España.
Para Carreira –un apasionado de la astronomía, a la que llama
"la poesía de la ciencia"- ciencia y fe no son incompatibles ni opuestas, sino
que cada una tiene un modo diferente de conocer y un campo distinto de estudio.
Critica con dureza la pretensión de los científicos de exceder su ámbito –el estudio
de las transformaciones de la materia- y pontificar sobre cosas que no pueden
ser conocidas a través de la experimentación.
Carreira pone como ejemplo de estos excesos, la pretensión "científica"
de explicar hasta las emociones o la creación artística a partir de
combinaciones químicas en el organismo. Del mismo modo, considera inaceptable y
hasta lamentable que aquello que la ciencia no logra explicar –el origen del
universo- lo atribuya al "caos" o al "azar".
En un debate coordinado por el periodista y escritor español
Juan Manuel de Prado, para su programa Lágrimas
en la lluvia (nombre tomado del monólogo final del film Blade Runner) el padre Carreira expuso, de modo tajante y muy polémico,
su punto de vista sobre estos temas.
Reproducimos aquí dos extractos de la
imperdible exposición de
este teólogo jesuita (al final de la nota, puede leerse la
transcripción). En el primer video, el padre Carreira afirma que "la fe
humana es el único camino por el cual podemos conocer el pasado" y
"aprovechar
el conocimiento adquirido por nuestros antepasados". "El cristianismo no
es una
mitología", sino una verdad transmitida por testigos de fe. Y critica el
argumento de Stephen Hawking de que "de la nada" sale una infinitud de
universos.
En esta segunda parte, Carreira se refiere a la posibilidad de la existencia
de vida extraterrestre. Es un convencido de que quienes insisten en
afirmar que hay otros mundos –análogos al terrestre- en el fondo desean "rebajar
la dignidad humana", afirmando de modo indirecto que "no somos nada especial".
Y a continuación, sostiene que la misma física ha demostrado que una mínima modificación
de las condiciones iniciales del universo –en el momento del big bang- hubiera
hecho imposible la vida en la Tierra. Esto, sostiene, es la prueba de la existencia
de un ajuste externo de esas condiciones que hizo posible la existencia humana
en nuestro planeta.
En este razonamiento, se apoya en el físico estadounidense
John Weehler (1911-2008), quien desarrolló el llamado principio antrópico: "No
es únicamente que el hombre esté adaptado al universo. El universo está
adaptado al hombre. ¿Imagina un universo en el cual una u otra de las
constantes físicas fundamentales [se alterase] en un pequeño porcentaje? En tal
universo el hombre nunca hubiera existido. (...) Según este principio (antrópico),
en el centro de toda la maquinaria y diseño del mundo subyace un factor dador-de-vida".
A continuación, la transcripción de lo expuesto por el padre Manuel Carreira:
La fe humana es el único camino por el cual podemos conocer
el pasado y la que permite que nosotros ahora aprovechemos todo lo que hizo la humanidad con
los genios más valiosos a lo largo de su historia. Por esta fe humana adquiero
certeza en contra de mi experiencia y en cosas que no entiendo. Por ejemplo:
por mi experiencia yo diría que mi mano es sólida y esta silla también. Por la
teoría atómica sé que no es así. Creo a la teoría atómica, no creo a mi
experiencia. De modo que la fe humana me da la mayor parte de mi conocimiento y
me da certeza aún en contra de mi experiencia y en cosas que no entiendo.
Por fe humana debo saber si de hecho se ha dado una
comunicación de verdades que vienen directamente de Dios y eso es el fundamento
del cristianismo. El cristianismo no es una mitología, no es una filosofía; es
el hecho histórico, atestiguado por testigos dignos de fe, de que Cristo
existió, de que demostró ser Dios con sus milagros y de que se transmite la enseñanza
infaliblemente porque Él prometió que haría lo necesario para que no se trastocase
esa enseñanza estableciendo una Iglesia con ayuda constante de un Espíritu
Santo divino que la libra de error.
Todo esto se basa en el testimonio de los apóstoles que
dieron su vida por ese testimonio. De modo que tengo el mismo modo de conocer
por el que en un juicio criminal se dice que una persona es culpable o no. Por
testigos dignos de fe.
(Pero) la revelación divina no va a ser para librarme del
trabajo de estudiar ciencia. No va a decirme nada de ciencia. Me dirá algo
importantísimo, mucho más: cuál es la relación de mi existencia con Dios y cuál
es mi destino eterno y eso, como no puede jamás someterse a una prueba de laboratorio
queda totalmente fuera del ámbito de la ciencia.
Steven Weinberg, premio Nobel (de Física), tiene un libro
que se titula Los tres primeros minutos,
que habla del origen del universo y su evolución. El último párrafo del libro
es verdaderamente desolador, dice textualmente: "Cuanto más conocemos el universo,
mas absurdo parece".
Porque (dice Weinberg) es absurdo que haya un universo tan
lleno de maravillas y de hermosura para luego destruirlo todo y la ciencia no me
da alternativa. Se puede calcular cuándo ya no brillará ninguna estrella,
cuando el universo será una inmensa burbuja de vacío, oscuridad y frío,
entonces ¿para qué todo? Y como (Weinberg) no tiene otra respuesta dice: "El universo
es absurdo". Y otro astrofísico decía: "El universo parece ser una broma de mal
gusto". Si uno no ve nada más que lo que hace la materia, el universo es
absurdo.
Hay que dar una explicación coherente, de que hay una
conexión lógica entre la causa que se propone como explicación y el efecto que
se quiere explicar Y hoy está muy de moda el olvidarse de este límite del razonamiento.
¿Por qué ocurre tal cosa? Porque sí. ¿Por qué existe el universo? Porque sí.
¿Por qué aparece la vida? Porque sí. Como eso suena muy mal, dicen: "por azar".
¿Es el azar una fuerza física? No. ¿Puede usted hacer un
experimento para medir azar? No. ¿Puede usted exponer azar en una ecuación? No.
¿Es el azar una propiedad de la materia? No. El azar es sólo una manera de
tratar de establecer una relación causal o lógica entre cosas que no la tienen.
Pues esto hoy está muy de moda. Así lo dice también Stephen
Hawkins cuando dice que por azar, de la nada, sale una infinitud de universos.
Hay el peligro de
querer decir de una manera que es totalmente acientífica que lo que vemos es un
Universo de una infinitud de universos, porque se toma como base lógica algo
que es totalmente absurdo, y es que todo aquello que matemáticamente puede
ocurrir tiene que ocurrir de hecho. Veo esto mucho acerca de las discusiones
sobre la vida afuera de la tierra.
Me preguntan: ¿Es
posible que haya otro planeta con vida inteligente? Según las leyes físicas sí,
es posible. Entonces es probable que lo haya, porque hay tantísimos astros por
ahí, y si es probable, entonces lo hay.
Y yo digo bueno vamos
a hacer un experimento muy sencillo. ¿Es posible según las leyes de la física
que si yo dejo caer este bolígrafo sobre la mesa se quede sobre la puntita
derecho? Sí, es posible, según las leyes de la física. ¿Es probable, aunque usted
lo deje caer un millón de veces que ocurra por lo menos una vez? No. ¿Es cierto
que va a ocurrir? No, no y no. De modo que no me mezclen el posible con probable
y con cierto Y a veces esto se hace de una manera que es o bien inconsciente o
bien muy conscientemente un deseo de
rebajar la dignidad humana. Tiene que
haber muchísimos sitios en el Universo con vida inteligente, por lo tanto
nosotros no somos nada especial.
Pero hay de todo: son
físicos, astrofísicos, no filósofos, no teólogos, los que han propuesto en los
últimos 60 años el llamado principio entrópico. Por consideraciones físicas se
puede preguntar qué ocurriría si el estado más primitivo del universo, en el
big bang, hubiese tenido una variación digna de mención o en la cantidad de
materia del universo o en la fuerza de cada una de las cuatro interacciones que
rigen el proceder de la materia y una vez tras otra cuando se hace ese cálculo
se dice: no podría existir vida inteligente. Y entonces llegan a la conclusión
de que el universo desde su primer momento está ajustado con una precisión extraordinaria
en algún caso de hasta de 50 decimales. Y de no estar ajustado con esa
precisión, la vida sería imposible aún
en un único planeta.
Esto es algo que uno
de los físicos de mayor prestigio del siglo XX, John Archibald Weehler, dice en
un artículo: hay dos preguntas básicas, la primera, ¿por qué hay algo en lugar
de nada?; la segunda, ¿qué relación hay entre las propiedades del universo ya
desde el primer momento y nuestra existencia? Si no sabemos contestar estas dos
preguntas, dice, tendremos que confesar que realmente no entendemos nada. Y él
hace luego un raciocinio que podría haber firmado Santo Tomás, donde dice: La
propiedad más absolutamente propia de la materia es su mutabilidad, toda la
ciencia estudia los cambios de la materia. Pues bien, toda mutabilidad implica
la posibilidad de existir de diversas maneras, aquello de lo que hablamos como mudable
no está determinado esencialmente a existir sólo de una manera. Y luego añade:
todo aquello que puede existir de diversas maneras tiene que ser ajustado
extrínsecamente para que exista de una manera concreta y no de otra de las
posibles.
Y por tanto el universo
tuvo que ser ajustado ya en su primer momento y ese ajuste tiene que tener un
fin, y el fin que se descubre es ajustarlo para que pueda existir la vida
humana. No nos importa hablar de otros universos, no nos importa hablar de otras
humanidades; el universo cumple su destino cuando existe un planeta que es la Tierra,
por lo menos uno, donde se da la vida personal, inteligente. Y, como una última
frase, si el Creador es inteligente y libre, tiene los atributos propios de la
persona. Para una persona la razón última de crear no puede ser que le gusta
ver quemarse estrellas, ni que le gusta ver lagartijas corriendo por el suelo. Una
persona sólo puede satisfacerse con relaciones personales y entonces el universo
está hecho para que haya quienes puedan tener relaciones personales con el
Creador personal.
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